viernes, 29 de julio de 2016

"EL AMOR NO PASA NUNCA"

   
         La paciencia es la capacidad de padecer o soportar mucho sin alterarse, deprimirse y desanimarse. Es saber esperar cuando algo deseamos mucho. Es saber respetar el ritmo de crecimiento y conversión del otro.

La afabilidad es ser agradable, dulce, suave, porque el amor no es ni agresivo, ni irónico, ni cínico.

La envidia es antagónica total con el amor. El verdadero amor está centrado en el otro y el que envidia se alegra del mal ajeno o se entristece por su bien. Es un sentimiento muy mezquino.

La presunción es una forma de narcisismo, es vanagloriarse, estar muy pagado de uno mismo, es ser autocéntrico,  egocéntrico y alterocéntrico. El verdadero amor, al menos, piensa en su hermano como en sí mismo.

El Engreimiento, es vanidad y soberbia. El verdadero amor no busca destacar, sino que vive en la gratuidad, en el amor como un don inmerecido.

Irritar es provocar ira y la ira causa indignación o enojo. El amor lucha por la felicidad y bienestar del otro.

El amor no es mal educado ni egoísta y desde el amor, todo se soporta, se sufre, se acoge con humildad.

Llevar cuentas del mal es una forma de rencor. El que ama perdona y olvida. No acusa de los pecados pasados del hermano ni se venga humillándolo.

Alegrarse de la injusticia es incompatible con el auténtico amor, ya que el que ama vive en la verdad y goza con ella y la injusticia es una forma muy cruel de la mentira.

         El que ama disculpa sin límites y disculpar es quitar la culpa de otro. Buscar razones para atenuar la responsabilidad moral del que ha obrado mal.

El que ama se fía del otro sin límites, aunque tenga sospechas en contra. No duda de él.

El que ama espera en el otro sin límites, no se desanima pensando que no hay remedio para él. Que no tiene la solución, confía siempre en encontrarla.

        El que ama aguanta sin límites y lucha sin desfallecer por sostener al otro, por no dejarlo caer. Sabe soportar lo adverso, lo desagradable, ama al otro por lo que es y no por lo que hace.

sábado, 2 de julio de 2016

LA ALEGRÍA CRISTIANA !!

¿Hay lugar para la alegría en un mundo tan lacerado por el dolor?



 La alegría verdadera, la que perdura por encima de las contradicciones y del dolor, es la de quienes se encontraron con Dios en las circunstancias más diversas y supieron seguirle. Y, entre todas, la alegría de María, como ejemplo: “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de alegría en Dios, mi salvador. El cristiano no  puede hablar de  alegría sin hablar de la Cruz, porque  cuando ofrecemos nuestras propias cruces amorosamente, Dios las transformará en alegría. “Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares, dice el salmo”.
Para el que vive así su vida cristiana la ofrenda que hizo el Señor de Su propia Vida por nuestra redención cobra un papel fundamental en su vida. El cristiano sufre, llora, tiene momentos amargos y siente dolor como cualquier otro ser humano. Sin embargo, la opción por el seguimiento de Jesús y la identificación con Él  en todo, también en el “acto supremo del amor”: pasión y muerte, le hace encontrar sentido  y utilidad salvífica a todo el dolor que le toca vivir por la certeza de que no solo él sino también tantos hermanos llegarán por el ofrecimiento de su sufrimiento, con Jesucristo a la Gloria de la Resurrección. Entonces… “Vuestra tristeza se convertirá en gozo”. Dios transforma nuestro dolor en gozo, la pena en júbilo, la muerte en resurrección. Y esta Resurrección en esperanza y en parte, de un modo muy real, comienza en esta vida ya. Aunque llegará a plenitud en la otra.
A poco que hayamos vivido nuestro cristianismo, todos hemos experimentado de una u otra forma, esta feliz realidad.